Si los pequeños gestos no sirven para frenar el cambio climático porque las empresas y los ricos contaminan lo que tú en varias vidas, entonces los esfuerzos que haces en casa sin colaboración familiar tampoco valen para nada.
La idea de luchar contra las emisiones es colectiva, y por eso cuando reciclamos la basura pero nuestro vecino no lo hace, perdemos capacidad de acción. Lo mismo sucede con el tema de la electricidad; ya sea por ética medioambiental o simplemente dinero.
Si en casa eres el único que anda apagando todo el día las luces, al final de mes verás como todos los esfuerzos que has hecho no se ven reflejados en la factura. ¿Por qué estamos contando todo esto? Por los más pequeños de la casa.
Ellos aprenden de nosotros y por tanto, multiplican los efectos tanto negativos como positivos de nuestros actos. Si eres un hacha de la eficiencia con los electrodomésticos, tu hijo probablemente también lo será a medio y largo plazo.
La cuestión es cómo lograr eso. ¿Basta con lo que les enseñan en el colegio? La realidad es que no. Por eso esn este artículo queremos explicarte cómo enseñar a los niños a ahorrar energía; desde lo más básico hasta lo más complejo ya en edades más avanzadas.
La cuestión no es qué sino cómo. Los pequeños no entienden las implicaciones causales a tan gran magnitud del consumo energético y por eso no sirve de nada que les expliques la gravedad de la crisis climática. ¿Cuál es la solución?
Una buena manera de concienciar y generar compromiso es pensar en juegos para enseñar a los niños a ahorrar energía; convertir las explicaciones aburridas o los "deberes" diarios en actividades divertidas. Valen tanto conocidos como inventados.
El objetivo aquí es que pienses en juegos que se adapten tanto a la realidad de tu hogar como a las necesidades más claras de ahorro. La lista es casi infinita pero aquí te dejamos algunas ideas.
Hazle creer que es el gran salvador de la electricidad y que debe velar por que todos los aparatos que no se están utilizando permanezcan apagados. Le estarás dando un objetivo al que se puede apegar con facilidad y se sentirá responsable.
Traslada la supervivencia de la naturaleza a tu casa. Genera dinámicas de juego apagando las luces y obligando a los niños a utilizar linternas y otras estrategias para conseguir objetivos determinados. Asociarán las luces encendidas a complementos y no necesidades.
Inculcar a los niños la pasión por la bicicleta va más allá del gusto particular. Crea rutinas lúdicas y familiares en torno a este transporte y el pequeño terminará asociándolo a momentos felices. A largo plazo el objetivo es que prefiera la bici a otros medios de transporte.
¿Los colores de los cubos no funcionan? Convierte la papelera en una canasta y juega con tu hijo al baloncesto mientras aprende a reciclar. El vínculo en el futuro será así positivo.
No hay mejor forma de enseñar a los niños a ahorrar energía que retándolos a que se superen. Coloca una tablilla en el baño y apunta con cronómetro el tiempo que tarda en ducharse o lavarse las manos. Lo intentará mejorar ahorrando agua.
Enséñale que la obligación de ahorrar energía no es un castigo particular; que todos en casa también lo hacéis y, más importante de todo, que es "lo normal". Vamos, que no se trata de una actividad especial ni de una herramienta utilitaria.
Por eso es importante que si le ordenas apagar las luces, no derrochar agua y mantener las ventanas cerradas, también impliques al resto de la familia y te incluyas a ti mismo en esas actividades. El niño adoptará los hábitos que entienda que son normales y los interiorizará.
Aunque se suele pasar por alto, no se pude hablar de cómo enseñar a los niños a ahorrar energía si no se repara en la edad de estos. No es lo mismo un pequeño de 5 años que otro de 10. Entender el desarrollo psicológico de los niños es más que fundamental.
Lo decimos porque no es hasta los 3 años cuando los niños comienzan a ser conscientes de sus conductas y sentimientos hacia otros. Entre los 2 y los 7 años pasan por lo que se conoce como etapa preoperacional del desarrollo, en la que irán perdiendo egocentrismo.
Ojo, porque empatía no quiere decir absoluta bondad. El niño aprenderá a ahorrar energía si cree que es importante para ti, pero no lo interiorizará si no hay motivaciones reales para él. "¿Ahorro? pero si yo no estoy ahorrando nada". Bueno, pues materializa.
Es decir, que asocies el ahorro a los buenos hábitos energéticos. Dale una hucha y mete una moneda cada vez que haga algo bien. Aprenderá a esforzarse porque detrás habrá una recompensa.
Lo más seguro es que en casa haya más personas mayores que pequeñas. Si el niño ve que quienes intentar ahorrar energía son adultos, creerá que esa obligación es cosa de mayores. ¿Y qué es lo que más desean los pequeños? Exacto, ser mayores.
Aunque sea solo por imitación, conseguirás enseñar a los niños a ahorrar energía manteniendo tú mismo unos hábitos de consumo responsables. No hace falta decir que el aprendizaje por modelado/observación/imitación es uno de sus primeros recursos.
El niño copiará tus esfuerzos para ahorrar energía porque verá una utilidad en ello; no tiene porqué ser material, sino intangible. Se sentirá parte de la familia y entenderá que está cumpliendo las normas de conducta aceptables.
No es necesario que sean cursos curriculares de muchísimas horas. Basta con talleres o actividades específicas organizadas por el ayuntamiento de tu ciudad/pueblo. Y es que no hay forma más útil de enseñar a los niños a ahorrar energía que a través de la socialización.
¿Que tus amigos también ahorran? ¿Que los profesores y los padres premian? Si logras que para el pequeño ducharse en lugar de bañarse sea una forma de vincular el día a día con los juegos de los talleres, habrás dado un paso crítico en el recorte futuro de las facturas.
Para muestra un botón. Entre 2007 y 2011 las instituciones de Bremen y Bremerhaven (Alemania) desarrollaron el proyecto Ener:Kita; un programa de educación con el que se pretendía ahorrar energía en las escuelas de la zona a través del aprendizaje y la concienciación.
Más de 1000 niños de entre 6 y 7 años participaron en las actividades; tenían una hora y media a la semana para familiarizarse con los conceptos energéticos y el ahorro. Tras eso se les invitaba a hacer de detectives para observar el consumo de agua y electricidad en sus escuelas.
¿Qué se consiguió? En la segunda edición de Ener:Kita se consiguió reducir hasta un 9% el consumo energético de las 22 escuelas participantes, gracias a la implicación de los trabajadores y de los propios niños.
Como ves, lo de las formas de ahorrar energía para niños es mucho más que una simple estrategia educativa; es la clave para recortar las facturas de casa a largo plazo.
Por eso desde EnergyGO no dudamos en echarte un cable. Entra en nuestra web o llama al 900 622 700 y enseña a los más pequeños la importancia de la sostenibilidad con nuestra energía 100% limpia y nacional.