No somos solo nosotros. Todos los seres vivos, incluido los que habitan en el mundo microscópico, tienen un impacto directo e indirecto en el medioambiente. Los humanos lo tenemos de forma consciente y deliberada por nuestra actividad; otros en cambio lo provocan por su simple existencia.
Es ahí donde entra en juego la contaminación biológica, un proceso con grandes implicaciones para los suelos, las aguas y el aire, capaz de agravar el conflicto climático de manera silenciosa.
Y es que, a diferencia de lo que sucede con las emisiones de gases de efecto invernadero o la gestión de recursos, el control de los componentes físicos, químicos y biológicos de la naturaleza es bastante más complicado.
Aquí hablamos de parásitos, hongos, virus y bacterias, que con sus propios ciclos de vida van degradando el ecosistema. La implicación más directa de estos seres la notamos en la contaminación alimentaria, pero esa es solo la parte más visible del problema.
La contaminación biológica es una cuestión abordada por distintos organismos internacionales y por las instituciones encargadas de velar por la seguridad de ciudadanos y trabajadores. ¿Te han hablado alguna vez de ella? Es vital entender su dimensión para alcanzar un mundo más sostenible.
Sin andarnos por las ramas, la contaminación biológica es el proceso de intoxicación de suelos, aguas y aire derivado de los ciclos de vida de microorganismos. Sus efectos, aunque poco visibles, representan un gran peligro para la salud y el equilibrio del ecosistema.
¿Quienes son los culpables? Aunque la variedad es extensa, generalmente se identifica como agentes patógenos a bacterias, virus, protozoos, artrópodos, helmintos y hongos. Se trata, en todo caso, de seres invisibles a simple vista y, claro, difíciles de detectar sin prevención.
En la actualidad el único control de la contaminación biológica se da en espacios sensibles para la salud humana y ecosistemas cercanos a estos. El ejemplo más claro es la manipulación de alimentos, aunque también es frecuente encontrar protocolos en otros espacios de trabajo.
Desde el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales español se aborda la contaminación biológica con controles de seguridad sobre microorganismos (cultivables, contables y muertos), fragmentos, toxinas y partículas producto de desechos cuyo origen es la materia viva.
Para esto se tienen en cuenta las condiciones naturales que estos agentes necesitan para aparecer y multiplicarse. Es decir, las fuentes de contaminación biológica:
El microorganismo aparecerá en espacios con alguno —o todos— los factores presentes. Una vez se asienta en el substrato (reservorio), inicia su ciclo de vida. Es decir se desarrolla (amplificación) y salta al aire (diseminación). Este último paso determinará su supervivencia.
En entornos de trabajo, señala el ministerio, dependerá de "su arrastre provocado por el movimiento del aire, de las personas o de la maquinaria; la alteración del reservorio debida principalmente, a obras de demolición, al movimiento de tierras o a las operaciones de limpieza".
Entendidos los factores de los que se sirven los microorganismos para reproducirse, podemos pasar a identificar algunos escenarios cotidianos en los que la contaminación biológica es algo habitual.
Aquí verás que convivimos a diario con todo tipo de microorganismos, en la mayoría de casos sin ni siquiera darnos cuenta. De acuerdo con la EPA de Estados Unidos, estas deben ser nuestras mayores preocupaciones:
Todos estos microorganismos son lo suficientemente pequeños como para que los inhalemos sin darnos cuenta. Y eso supone una clara amenaza para la salud. El peligro de cada patógeno suele venir indicado por grupos.
En la siguiente tabla puedes ver lo que señala la Directiva 90/679/CEE en relación a la seguridad de los trabajadores. En los ejemplos están los agentes más peligrosos en entornos laborales.
CATEGORÍA | DEFINICIÓN | EJEMPLOS |
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GRUPO 1 | Agente biológico con pocas probabilidades de causar enfermedad. | No es necesario identificarlos. |
GRUPO 2 | Puede causar enfermedad y suponer un peligro para los trabajadores. Es poco probable que se propaguen y existen profilaxis y tratamientos eficaces. |
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GRUPO 3 | Causa enfermedad y además puede propagarse fácilmente. Hay tratamientos. |
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GRUPO 4 | Causa enfermedad grave y tiene muchas posibilidades de propagarse. No existen tratamientos eficaces. |
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La contaminación biológica ya sabemos que puede alterar los ecosistemas, provocar cambios en los animales y enfermar o matar a numerosas especies, pero ¿qué supone para el ser humano?
El efecto de los microorganismos sobre la salud siempre va a depender del grupo al que pertenezca. De todas formas podemos hablar de unos síntomas comunes en casi todos los contactos.
No hace falta mencionar que las personas mayores y los niños son mucho más vulnerables a la contaminación biológica que los adultos. Lo mismo aplica para personas con patologías previas, especialmente de tipo respiratorio.
Para prevenir la contaminación biológica solo se necesita un poco de concienciación. En nuestro día a día podemos evitar la aparición de microorganismos sin gastarnos ni un euro. Basta con que cuidamos ciertos espacios y sigamos prácticas saludables.
A nivel general el esfuerzo debe estar orientado a las zonas húmedas y mojadas. En casa pueden ser los conductos de refrigeración, los humidifacdores, las bandejas de condensación o incluso los baños sin ventilación. Eso en cuanto al moho.
En lo que respecta al polvo —un problema muy habitual en todos los hogares—, debemos centrar nuestros esfuerzos en las cortinas, la ropa de cama, las alfombras y cualquier otra superficie textil.
¿Qué hacer para combatir esta contaminación biológica? Podemos hablar de la limpieza y el mantenimiento de la calefacción y el aire acondicionado, la ventilación diaria, el control de la humedad relativa o incluso la gestión de plagas.
La contaminación biológica no es un asunto menor. Aunque no se aborde todos los días desde la prensa ni las instituciones, debemos tenerla bien presente para caminar hacia un mundo más sostenible y seguro.
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