Los coches eléctricos ya son toda una realidad de movilidad en Europa, y sin embago siguen rodeados de inquietudes. De hecho, a pesar de que sus ventas no paran de crecer, siguen existiendo muchos conductores reticentes por falta de conocimiento.
En este caso no hablamos de cómo cargarlos, de cómo funcionan por dentro o de lo que cuestan. Nos referimos al tema del peso. Efectivamente, más allá de la potencia, la importancia técnica de las baterías está en su carga adicional al vehículo.
Suena contradictorio, pero el mismo componente que proporciona autonomía es el que la quita. Por eso más batería no siempre implica mayor disponibilidad. Vemos cómo funciona esto en el día a día de un conductor de coche eléctrico.
Como posiblemente ya sepas, los coches eléctricos pesan más que los modelos de motor térmico. ¿Por qué? Muy fácil: aunque los motores eléctricos son más pequeños, ligeros y tienen menos piezas, necesitan de una batería.
Estas, hechas de iones de litio, tienen un peso desmesurado. De hecho, algunas baterías de coches eléctricos llegan a pesar más de 500 Kg. Es un dato variable que depende tanto de la capacidad como de la densidad energética de la batería.
Lo más habitual para los modelos actuales es que el peso máximo de los coches eléctricos sea de 600 kilos y que nunca baje de los 100. ¿Qué importancia tiene esto para un comprador?
Pues que al igual que pensamos en el peso/potencia del coche de gasolina para saber cuál es su motor, tenemos que recalar en esta otra variable del EV. Y eso no esa ni siquiera es toda la historia.
La densidad y el número de celdas no son los únicos factores que influyen de manera directa en el peso. Una de ellas, y que pocos tienen en cuenta, es la refrigeración de la batería.
Una refrigeración más compleja, como es lógica, requerirá de más componentes, por lo que hará que pese más en conjunto.
A mayor cantidad de capacidad energética de la batería, mayor será también el peso de la misma. La próxima vez que eches un ojo a los coches eléctricos ya sabrás que este factor es muy importante en el rendimiento.
Pero, no con este único dato nos vale, también se tiene que mantener en el mismo nivel la densidad energética. Si este dato es diferente, puede que dos baterías con la misma cantidad de kWh tengan peso diferente.
Sea de una forma u otra, los valores que se suelen manejar en los modelos actuales se sitúan entre 100 y 600 kg dependiendo de la capacidad.
Para hacernos una idea, podemos imaginarnos la batería como el depósito de combustible de un coche con motor térmico. Aquí la tasación incluye solo componentes sólidos, ya que no hay combustible.
Por tanto, el comportamiento de ambos y su repercusión sobre el rendimiento dinámico del coche es diferente. Otro factor que afecta también es que la batería tiene forma de plancha y está ubicada en el bajo del coche eléctrico.
Este diseño hace que el vehículo tenga un mejor reparto de pesos y tenga un punto de gravedad más bajo. Pueden parecer una tontería, pero estos aspectos repercuten en el peso (por eso los de motor térmico son más ligeros).
La Universidad Técnica de Ignolstadt presentó un informe en el que se asegura que este aumento de peso frente a los térmicos que mencionamos, es una ventaja clave para que sean más eficientes.
El trabajo se basa en la cantidad de energía cinética que un coche pesado tiene cuando está en movimiento. Además, puede utilizarse para moverse por inercia o generar energía que recargue la batería mientras utilizan el sistema de frenado regenerativo.
Aunque es verdad que un vehículo pesado necesita más energía para desplazarse, también es capaz de recuperar más carga para las baterías ya que ejerce una fuerza mayor que uno ligero a la misma velocidad.
En cambio, los modelos de combustión sí que se mantienen en el modelo menos es más. El motivo es que no se puede transformar la energía que generan de nuevo en un líquido como son el diésel o la gasolina.
Los investigadores no se han quedado exclusivamente en la parte teórica. Ellos aseguran haber comprobado que cuanto más pesa un coche eléctrico, más eficiente es (dentro de unos márgenes).
El sistema de verificación se ha basado en analizar los efectos de distintos materiales de autonomía, emisiones y proceso de fabricación tanto en vehículos eléctricos como de combustión.
Como modelo ligero han escogido un vehículo como el Renault Zoe, y para el pesado, nada más y nada menos que un Audi e-tron, lo mejor de la gama premium.
La importancia del peso de la batería de un coche eléctrico en datos refutó su teoría. Se demostró un ahorro de entre el 9 y el 13% de las emisiones derivadas de la construcción de baterías en un coche eléctrico ligero de gama media.
Mientras tanto, para los vehículos con el mismo tipo de motor, pero con un peso mucho mayor, el ahorro se sitúa entre el 19 y 24%. Este dato hace reflexionar a los investigadores y animan a las empresas a utilizar este beneficio para producir baterías con más.
Los coches eléctricos, como todos sabemos, nos ayudan a construir un mundo más verde a la vez que ahorramos en combustible. Si quieres trasladar ese ahorro también a tu hogar sigue los consejos que te damos desde EnergGO.
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