Los vehículos eléctricos son actualmente una tendencia al alza, y su mayor problema es la autonomía o la dependencia del espacio y tiempo de recarga. Por eso las tecnologías implicadas en mejorar ese aspecto son tan importantes, así que te explicamos el futuro de la carga inalámbrica para estos coches.
Todo propietario de un coche eléctrico ha soñado con conducir sin preocuparse por la recarga, los kilómetros de autonomía que le quedan, si puede o no pisar el acelerador a riesgo de quedarse sin energía… Puede que ese sueño sea posible, no se puede afirmar si será en un futuro cercano o más lejano, pero se puede.
Para los interesados por su propia conveniencia, porque están pensando en adquirir un coche eléctrico o por mera curiosidad, la recarga inalámbrica es real, aunque actualmente tiene ciertas limitaciones. Los factores a pulir son claves para hacer útil y eficiente esta tecnología.
Te lo explicamos todo en detalle para que sepas cómo van los avances en todos los campos de la recarga inalámbrica y en qué consiste cada uno. Además te contaremos las últimas investigaciones al respecto, para que no te pierdas nada en relación con la carga sin cables para vehículos eléctricos.
Aunque hace una década se preveía la recarga inalámbrica como una tecnología común a partir del 2020, todavía no se ha avanzado lo suficiente como para convertir ese sueño en realidad. A día de hoy, los coches tienen cargadores inalámbricos, pero solo para los smartphones, que no necesitan tanta energía.
Aunque ahora mismo existan superficies de carga por inducción para coches eléctricos en el mercado, la velocidad de carga no los hace atractivos para los propietarios de los coches.
Pero si se combinan tecnologías de rápido avance, es posible que, en un futuro próximo, el coche se recargue mientras circula, con el uso de carreteras inteligentes orientadas a maximizar la seguridad de los conductores de coches eléctricos y del resto de vehículos.
De 2014 a 2017, Renault inició pruebas sobre el concepto de “recarga dinámica inalámbrica por inducción”, que significa carga de batería en movimiento, sin cables y usando campos magnéticos, también conocido como DEVC inalámbrica.
Usaron un carril de 100 metros de largo adaptado con bobinas, y fue posible cargar a una potencia de 20 kW. Estos experimentos buscan ir mejorando la tecnología inalámbrica, aunque si se va aumentando la densidad energética y la autonomía de los coches, estos carriles perderían relevancia.
Cuando la tecnología fotovoltaica (o solar) lo permita, se podría incorporar un panelado superficial que pueda cargar el coche lentamente con la energía producida con la luz solar, lo que sería muy interesante de implementar en híbridos. Así se descartaría el cambio de las carreteras por una tecnología aún ineficiente.
Recientemente, en el Laboratorio Nacional Oak Ridge (ORNL), en Tennessee, Estados Unidos, unos investigadores han llevado a cabo la primera transferencia inalámbrica a un Prosche Taycan. Han usado un procedimiento polifásico a una potencia de 270kW (kilovatios).
Lo consiguieron unos meses después de que el mismo sistema consiguiese recargar a una potencia de 100kW, casi triplicando la potencia. Para conseguir esto, el equipo del ORNL usó parejas de bobinas electromagnéticas polifásicas, con un diámetro de 48 cm.
Desde el laboratorio han afirmado que esta forma de transferencia de energía es parecida a la que usan los smartphones. El factor clave es el diseño de las bobinas polifásicas, que tienen una geometría única. Otro factor clave fue el tamaño compacto del receptor de carga instalado en el chasis del Taycan.
El resultado de la carga inalámbrica realizada en el ORNL, según los investigadores, es el sistema de recarga más ligero del mundo por kilovatio de potencia. El líder del grupo afirma que “su bobina receptora (…) puede alcanzar una densidad energética entre 8 y 10 veces mayor que los sistemas existentes”.
El siguiente paso, tras este logro, sería desarrollar el sistema para que pueda producirse de una forma sencilla y económica. Aunque esto parece un suceso lejano, principalmente por un único motivo. La mayoría de los dueños de vehículos eléctricos no tienen una instalación eléctrica adecuada en su casa.
Necesitarán una que pueda canalizar los 270kW hacia la batería de su coche, y tal potencia de carga sería demasiado cara para un cargador de cable tradicional. Ni si quiera los cargadores rápidos que existen actualmente en las estaciones disponen de esos 270kW (ni lo dispondrán a corto plazo).
Incluso si fuese posible, por la potencia que debería soportar la instalación y otros factores, el formato de recarga inalámbrico debería popularizarse lo suficiente como para que llegase a ofrecerse en estaciones de carga públicas, donde los usuarios pudieran aprovechar las ventajas de esta forma de carga.
Además, debe competir con otras formas de carga que se están desarrollando actualmente. Es el caso de la recarga rápida en corriente continua por cable, seguido de las estaciones de intercambio de baterías.
El aumento de velocidades de recarga por cable en las estaciones, sumado al aumento de las arquitecturas de 800 voltios en los coches, parece seguir favoreciendo al poste de carga al que están habituados los usuarios de coches eléctricos.
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