El término de baja tensión hace referencia a una instalación que genera o contiene electricidad para uso propio. Esto quiere decir que para que se cumpla la característica de baja tensión en una instalación, esta debe recibir una corriente alterna de máximo 1 kV o 1.000V y ser receptora de corriente continua igual o inferior a 1.5 kV o 1.500V.
Al utilizar un menor voltaje o intensidad que la alta tensión, las líneas de baja tensión son menos peligrosas y precisan de menos dispositivos de aislamiento o seguridad. Por esta razón, su uso se ha extendido en gran medida para pequeños suministros.
En España, los detalles de las instalaciones de baja tensión eléctrica se encuentran regulados en el Reglamento Electrotécnico de Baja Tensión (REBT) a través de Real Decreto 842/2002, de 2 de agosto, por el que se aprueba el Reglamento electrotécnico para baja tensión que se aprobó en el Ministerio de Ciencia y Tecnología de España.
Bajo este reglamento se recogen todos los marcos legales en las condiciones técnicas que deben tener las instalaciones de energía eléctrica con baja tensión. Su aplicación tiene como finalidad mantener la seguridad de los ciudadanos y asegurar su correcto uso en el marco del suministro de energía eléctrica.
El reglamento consta de dos partes diferenciadas, siguiendo la línea estructural del antiguo texto de 1973. Por un lado, hay 29 artículos que hacen referencia a los aspectos legales en cualquier dispositivo de baja tensión y gestiones administrativas en todo lo referente a las instalaciones de baja tensión eléctrica en España.
Y, por otro lado, la segunda parte hace alusión a cualquier detalle técnico de las mismas. También se da cobertura a diferentes aplicaciones de las instalaciones de baja tensión en lugar húmedos o situados en sitios públicos, entre otros.