Existen muchas formas de cuidar la naturaleza, y una de ellas es la restauración de ecosistemas. Se recuperan ecosistemas dañados y degradados, ayudando a mitigar el cambio climático. Como son proyectos tan importantes vamos a incluir en esta guía completa iniciativas de lo más interesantes.
Aunque se puedan proteger mares y océanos desde casa, muchas veces no es suficiente. Es necesario el apoyo de las instituciones oficiales para priorizar iniciativas que frenen el cambio climático y favorezcan los ecosistemas y la biodiversidad.
Existen innumerables amenazas para el medioambiente, cadenas tróficas alteradas, emisiones contaminantes y muchas más. Es importante ser consciente del daño que sufre nuestro planeta, y del rol que desempeñamos para reducir y reparar todos estos daños.
Por eso es tan importante que se sigan llevando a cabo iniciativas que protejan los biotopos de especies endémicas o autóctonas, así como el propio entorno y la biodiversidad de los ecosistemas que albergan dichas especies. Vamos a decirte cuales son las más punteras de los últimos años.
Antes de entrar en materia es importante establecer claramente la definición de ecosistema. En términos generales se puede afirmar que un ecosistema es el lugar en el que plantas, animales, y todo tipo de organismos, junto con el paisaje que los rodea, se unen en una “red de vida”.
Entrando más en detalle, hay que matizar que los ecosistemas son muy diversos entre sí. Pueden ser grandes o pequeños, como enormes bosques o estanques de menor tamaño. Son muy importantes para la sociedad y la conservación de la vida.
Proporcionan agua, materiales, alimentos y todo tipo de elementos esenciales. Además, aportan beneficios a todo el planeta, como la conservación de su propia biodiversidad y la mitigación del cambio climático.
La restauración de ecosistemas surge como solución ante la actividad humana que ha llevado a muchos ecosistemas al límite. Durante las últimas décadas se han extraído recursos por encima de las posibilidades de los ecosistemas.
La restauración de ecosistemas es un proceso que tiene como intención la vuelta de un ecosistema dañado, degradado o alterado a su condición original. O en su defecto, al estado más cercano posible al original, antes de sufrir el daño.
Restaurar un ecosistema involucra una reparación de las condiciones de estructura y funcionas ecológicas originales del ecosistema. También involucra la recuperación del ecosistema en su estado previo a la degradación producto de la actividad humana.
Ya que no todos los ecosistemas son iguales, ni su estado de degradación, existen diferentes tipos de restauración. Podemos dividirlos en dos tipos principales basados en su forma de actuar de cara a la restauración del ecosistema.
La restauración activa de ecosistemas se caracteriza por intervenir directamente y promover iniciativas que desarrollen los procesos de recuperación necesarios. Se basa en recuperar el estado del ecosistema anterior a su alteración, degradación o destrucción.
Se emplea cuando es necesaria la ayuda humana en la regeneración. La restauración pasiva de ecosistemas se basa en una recuperación autónoma del ecosistema. Se emplea cuando no se dan elementos de tensión o barreras que impidan una regeneración natural.
Esto implica que no existen o se han eliminado los factores que impiden una restauración natural.
Los manglares son un ecosistema irreemplazable y único, que guarda una increíble biodiversidad. Se considera como una de las cinco unidades ecológicas más productivas del mundo, con niveles de productividad primaria que superan la de muchos sistemas agrícolas.
La “Guía de restauración de ecosistemas de manglar en Colombia” (GREM) del Ministerio de Medioambiente de Colombia cuenta con nueve pasos que, en conjunto, ofrecen los procesos necesarios para implementar acciones de restauración ecológica en los manglares del país.
Están diseñados a partir del análisis de las causas del deterioro y de la gran capacidad que tienen los ecosistemas de manglar de autorrenovarse. Se basan en una identificación y priorización previa, una implementación de acciones, una evaluación, una aceleración del proceso y un monitoreo final.
Según el Sexto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, las expectativas sobre la cuenca del Mediterráneo son un aumento de las temperaturas un 20% más rápido que la media global.
Además, indican que habrá una reducción del 12% de las precipitaciones si el planeta llega a subir 3ºC. La cuenca del Mediterráneo es la segunda zona crítica para la biodiversidad más amplia del mundo.
El 16% de sus especies forestales se encuentran en peligro de extinción por el aumento de los incendios y las sequías prolongadas. Estos fenómenos causados por el cambio climático son fatales para la biodiversidad.
El proyecto de Restauración de Bosques Mediterráneos, que involucra a Marruecos, Turquía, Líbano y Túnez ha restaurado una superficie de 2 millones de hectáreas desde 2017.
Su próxima meta es recuperar ocho millones de hectáreas para 2030, centrándose en las zonas más afectadas por los incendios forestales.
Los bosques de los Andes son cruciales para las reservas de agua. Estos ecosistemas actúan como los “pulmones verdes” de la zona, ya que absorben inmensas cantidades de dióxido de carbono y ayudan a regular la temperatura regional.
Esto no impide que estos bosques sufran las amenazas producto de la deforestación y la explotación insostenible. La Acción Andina busca haber restaurado y plantado 30 millones de árboles para 2030.
Se haría a lo larga de una franja de vegetación que comprende casi 800.000 hectáreas en Argentina, Chile, Ecuador, Bolivia, Colombia, Venezuela y Perú.
El suelo de algunos países del continente africado ha sido afectado por prácticas agrícolas no sostenibles. El uso excesivo de pesticidas y químicos, junto a la expansión de la agricultura intensiva y la deforestación han conllevado a esta situación.
Se han perdido nutrientes del suelo y reducido su capacidad de mantener cultivos saludables. Por ello, el “Reverdecimiento de la Agricultura en África” emplea técnicas de agroforestería para restaurar 350.000 hectáreas. Sus planes incluyen llegar a los cinco millones para 2030.
Buscan hacerlo con la implementación de agroforestería que integre árboles y arbustos en campos, para mejorar la estructura del suelo, aportar nutrientes esenciales y aumentar la capacidad del suelo de retener agua. Emplearán prácticas agrícolas responsables.
La rotación de cultivos y el uso de abonos orgánicos mejorarán la salud del suelo. Así aumentará la producción de alimentos y la resiliencia del suelo frente a variaciones climáticas. Además, se promoverá la seguridad alimentaria y nutricional de las comunidades locales.
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