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Seguramente te suene la palabra fracking, de haberla visto en alguna serie o película, de haberla leído en algún artículo o siendo mencionada en prensa, pero te explicamos en detalle en qué consiste y cuál es el impacto que tiene en la generación y el ahorro de energía.
Existen multitud de formas de obtener energía y recursos naturales. Las hay novedosas y renovables producto de la investigación y las hay con décadas de antigüedad que han ido perfeccionándose con el paso de los años y el avance de la tecnología. El fracking es un ejemplo de la segunda opción.
Aunque se hayan producido avances y mejoras en la tecnología y los procesos involucrados en el fracking, sigue siendo una práctica de riesgo que incluye varios peligros y beneficios. Debido a este carácter dual es de vital importancia conocer muy bien las posibles consecuencias de su uso.
Malas prácticas o instalaciones de mala calidad pueden desencadenar auténticos desastres medioambientales que afecten a la población cercana. Por ello es muy importante estar bien informados y saber que cuentas con todos los datos, sobre todo si es con un tema delicado como lo es el fracking.
El fracking (o fracturación hidráulica) es una técnica basada en la extracción del gas de esquisto (un tipo de hidrocarburo no convencional atrapado en capas de roca a gran profundidad) mediante maquinarias pesadas.
Primero se perfora hasta llegar a la roca de esquisto, luego se inyectan a alta presión grandes cantidades de agua con aditivos químicos, además de arena, para quebrar la roca y liberar el gas metano. Entonces el gas fluye de regreso con parte de los fluidos inyectados a alta presión.
Aunque sea una tecnología usada desde hace décadas, el avance de las tecnologías relacionadas con este proceso ha llevado a la expansión a gran escala de esta práctica.
Los aditivos químicos más usados en la fractura hidráulica son el metanol, el ácido clorhídrico y destilados de petróleo ligero tratados con hidrógeno. Estos compuestos se suman a las inyecciones a alta presión de agua y arena.
Pero el material que más problemas puede llegar a dar son las aguas residuales o aguas de reflujo. En países como Reino Unido y España las empresas están obligadas a compartir la lista de aditivos químicos que usan. Esto no pasa en Estados Unidos, donde cada estado decide si las compañías deben hacerlo.
Al ser muchos de estos aditivos secretos comerciales es difícil evaluar la potencial toxicidad de las aguas residuales. Las aguas residuales son los fluidos inyectados a presión que regresan junto al gas de esquisto.
La Royal Society publicó un informe en el que afirmaban que, una vez empezaba a fluir el gas, entre el 25% y el 75% del fluido de fracturación vuelve a la superficie. Es de vital importancia saber cómo almacenar o disponer de estas aguas residuales.
El fracking puede causar emisiones de gases contaminantes y nocivos (como benceno, o metano) en la atmósfera, así como fugas de aguas residuales debido a prácticas irresponsables o construcciones de mala calidad. También está el peligro de la radiación debido a las aguas residuales.
Estas aguas residuales tienen grandes niveles de radiación que pueden afectar a la salud de los seres vivos. Y los efectos negativos del fracking en la salud de los seres humanos puede incluir infertilidad, defectos en el feto, cáncer y muchos más. Además, puede inducir a terremotos, ya que genera micro-sismos.
Estos inicialmente son muy pequeños como para ser apreciados, pero al aumentar en cantidad y potencia, puede ocasionar problemas. Además, se produce contaminación acústica por las actividades extremadamente ruidosas del fracking que puede alterar y degradar el paisaje y el ecosistema local.
Aunque tenga ventajas, el fracking destaca por sus desventajas, como las que afectan negativamente al medioambiente, pero hay más. La contaminación que provoca puede expandirse a acuíferos, lo que podría conllevar riesgos para la salud de los ciudadanos y los ecosistemas.
Además, el consumo de agua necesario para los procesos asociados al fracking es inmenso. Para que te hagas una idea, se calcula que en Estados Unidos el fracking gasta al año la cantidad de agua equivalente al consumo anual de agua de toda la ciudad de Madrid.
Y como ya explicamos con los riesgos de escapes, al fracturar la roca pueden darse escapes de gases (en ocasiones tóxicos) que pueden provocar un gran riesgo de explosión, así como de liberación de sustancias radioactivas.
Además, la actividad del fracking genera toneladas de lodos contaminados que deben ser tratados. Un pozo puede llegar a producir anualmente 20 toneladas de este residuo. Sumado a las aguas residuales que también deben ser tratadas.
Aunque las prácticas necesarias para el fracking tengan un gran impacto medioambiental negativo existen algunas ventajas de su uso. La principal sería el acceso a los yacimientos de hidrocarburos no convencionales, ya que hace unos años eran prácticamente imposibles de extraer.
Así tanto el gas como el petróleo es accesible en territorios que dependían del exterior para obtener hidrocarburos. Además genera nuevos puestos de trabajo y activa económicamente las zonas en las que se extrae el gas o el petróleo, causando un impacto positivo.
Ahora ya conoces qué es el fracking, cómo es su proceso para extraer los hidrocarburos no convencionales, su impacto medioambiental y sus ventajas y desventajas. Seguro que ya entiendes mejor la fracturación hidráulica y lo que implica para humanos, animales y entornos ambientales.
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