Con el invierno, la lluvia y los termómetros bajando hasta negativos, la calefacción es el mejor aliado que tenemos para estar en casa. Además de preocuparnos por qué película veremos con la mantita, también es importante reducir la factura a final de mes.
La calefacción de gas natural es de las más extendidas por su bajo coste, pero todo usado en exceso acaba siendo caro. Para que no te quedes ni congelado ni pobre este invierno aquí te traemos los mejores consejos para ahorrar con la calefacción de gas natural.
El mercado de gas natural no es que sea precisamente pequeño. Hay precios de todo tipo, con ofertas que van y vienen. Por eso mismo, lo mejor es elegir bien cuál quieres que sea tu comercializadora en función a su precio y sus servicios.
Es importante escoger la tarifa más competitiva para reducir el precio de tu factura de gas. Por eso mismo te aconsejamos hacer una pequeña búsqueda y comparar qué tarifa es más barata pero a su vez te ofrece mejores condiciones.
Según tus necesidades, tendrás que valorar si quieres tener una tarifa a término fijo o prefieres pagar en función del precio del kWh. Esto depende de cuáles sean tus necesidades.
En una segunda vivienda por ejemplo es mejor un término fijo bajo porque no se está a menudo, sin embargo en tu casa sueles ahorrar más si eliges el término variable.
La calefacción es uno de los grandes gastos del hogar durante el invierno, de hecho, llega casi al 50% del consumo total de gas natural. Por ello aquí te vamos a enseñar cómo puedes reducir tu consumo para no dejar tu cuenta bancaria seca.
Las calderas de este tipo son estancas y cuentan con un sistema de recuperación de la energía. Emplea la condensación de los humos que genera la combustión y supone un ahorro del 30% respecto a otros modelos con tecnología más antigua.
Para favorecer el cambio, algunas comunidades autónomas ofrecen el Plan Renove para calderas y calefacción. Con esta subvención promueven la compra de una nueva con este sistema de condensación.
Por muy lógico que lo veas, aún existen calefacciones antiguas que no disponen de un termostato. Sobre todo se recomienda comprar uno digital para programar la temperatura en función de los horarios que hay en la casa.
Algunos modelos modernos cuentan con control desde el mismo móvil que incluso se enciende cuando notan que el usuario se está acercando mediante geolocalización.
Con ello el aumento de la temperatura será gradual y no tendrás que forzar la calefacción cuando llegues porque la casa esté fría.
En las casas grandes y que además tienen espacios orientados hacia diferentes zonas, a veces tienes que configurar la calefacción para que funcione en los espacios que más estás. Por ello, si instalas termostatos por zonas, regularás de forma independiente las distintas salas.
Puedes hacer esto también (aunque es más complicado) mediante la modificación del caudal de agua de los radiadores de las habitaciones que tienen una temperatura más alta de por sí.
Cuando detectes que un radiador no calienta, puede que tenga demasiado aire y por ello emita menos calor del que puede dar. Si no sacas ese aire, subirás la temperatura de la calefacción hasta niveles altos para conseguir la temperatura deseada.
Por esto, si quieres ahorrar en gas natural es necesario que purgues los radiadores para comprobar que no contienen aire en su interior y conseguir que den el máximo.
Poner la calefacción no quiere decir que tu casa tenga que parecer una sauna. Ten muy en cuenta que cada grado extra que subas por encima de los 22 grados supondrá un 7% más de consumo.
Para que no haya peleas entre la temperatura que debe haber en casa, el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía ha establecido unos niveles recomendados en base a tres escenarios.
La temperatura confort para el día se queda en los 20-21 grados, mientras que la ideal para el momento en el que estamos durmiendo o fuera de casa es de 17 grados. Hay una excepción y se da si hay bebés en la sala, ya que la temperatura debe estar entre los 22 y 24 grados.
Uno de los puntos más débiles de las casas antiguas que afecta al consumo es la falta de buen aislante. Estos materiales hacen resguardan el espacio y reducen la diferencia de temperatura con el exterior.
Puedes mejorar el aislamiento de tu vivienda instalando paneles de celulosa, corcho, lana de vidrio, poliuretano… en paredes, techos y suelos. También cambiando las ventanas, ya que son un foco de pérdida de temperatura clarísimo.
Aunque parezca algo sin importancia, tener las persianas subidas durante el día y bajarlas cuando anochece puede ayudar bastante a retener el calor que se ha generado en el interior del hogar. Mucho mejor si utilizas cortinas térmicas.
Para que te hagas una idea, una casa con certificado energético A (el más eficiente) puede llegar a ahorrar hasta 800€ anuales en calefacción frente a una vivienda que sea menos eficiente.
Este sistema de calefacción bajo el suelo trabaja con agua a baja temperatura (35-40 grados frente a los 70 de los radiadores) reduce de forma notable el consumo. Eso sí, tiene una barrera de entrada relevante: el coste de instalación.
El suelo radiante es perfecto si se instala junto al sistema de climatización de aerotermia o geotermia, ya que sirve tanto como para generar calor en invierno como frío en verano
Aunque parezca mentira, llevar a cabo la inspección obligatoria del gas natural y la caldera puede reducir y mucho lo que pagas en tu factura a final de mes.
¿Cómo? Muy sencillo. En caso de que haya algún problema de eficiencia y funcionamiento, el técnico lo detectará y podrá arreglarlo antes de que sea algo grave. De esta forma conseguirás que tu calefacción de el máximo gastando lo mínimo.
Sigue estos consejos y verás como el consumo de tu calefacción se reduce notablemente en los próximos meses fríos de invierno. Pero esto no es todo, si quieres que la factura de la luz también baje, no dudes en contactar con nosotros.
Desde EnergyGO estaremos encantados de ayudarte en todo lo que a ahorrar se refiere, entra en nuestra web o llama al 900 622 700 e infórmate.