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¿Nunca te has parado a pensar por qué tienes el calentador de agua que tienes en casa? Es una cuestión que se suele pasar por alto; a veces por desconocimiento y otras por confianza excesiva.
Lo cierto es que puedes elegir. La elección del tipo de calentador de agua, conocido también como caldera, no depende solo de su instalación.
Existen muchos más motivos a tener en cuenta para que se adapte totalmente a tus necesidades y así evitar un nuevo cambio o gasto innecesario.
Ya sea porque te acabas de mudar a una casa nueva, porque quieres reformar la tuya o porque simplemente tengas en mente cambiar tu calentador, hoy te contamos las principales diferencias entre el calentador eléctrico y el de gas.
El calentador de gas, como bien indica su nombre, utiliza este combustible para calentar el agua, independientemente de si es gas butano o gas natural.
Es uno de los más utilizados en viviendas antiguas por su predominancia en el siglo pasado, ya que resulta ser más económico en inmuebles con un consumo superior a la media.
Dentro de la distinción de gas butano o gas natural, es importante saber que el butano es limitado. Es decir, cuando se agote no tendrás más agua caliente hasta reponer la bombona. El gas natural, en cambio, es ilimitado.
Y eso no es todo, el calentador de gas natural no tarda el mismo tiempo que el de butano en calentar el agua hasta la temperatura deseada. Algo vital en épocas de mucho frío.
La caldera de butano necesita recibir primero la orden para calentar el agua (abres el grifo y esperas a que se caliente). En cambio, el gas natural ofrece, casi inmediatamente, el agua caliente en cuanto se abre el grifo.
No es una diferencia excesiva, pero en el día a día puede ocasionar más de una incomodidad. De ahí que los usuarios suelan tenerla en cuenta a la hora de instalar el sistema.
Eso sí, dejando de lado gustos, el gas natural, es uno de los más recomendados dado su nulo nivel de contaminación (no emiten ningún tipo de gas tras su combustión) y su alta seguridad. Es más ligero que el butano, por lo que en caso de fuga busca un conducto de salida.
¿Cómo funcionan entonces este tipo de calderas? Quizás esta sea la parte más interesante. Dentro del aparato se encuentra el calderín, un componente por donde pasa el agua para calentarse.
Su material es de acero vitrificado, uno de los más comunes y utilizados, característico por no ser corrosivo. Hay que entender que el calderín se expone mucho tiempo al agua y corre el peligro de estropearse y dañar, en consecuencia, la calidad del agua.
Por su parte, el calentador eléctrico se caracteriza por no utilizar ningún combustible y hacer uso de la resistencia para elevar la temperatura del agua. Su única fuente de energía es la electricidad, por lo que la instalación resulta más simple.
Su capacidad para calentar agua es muy similar a la de las calderas de gas, y son capaces de ofrecer agua caliente prácticamente de forma inmediata. Vamos, todo comodidades.
Esto es así porque normalmente cuentan tanto con una capacidad de entre 30 y 300 litros, como con una reserva de agua. Cuando el agua de esta ya está calentada, la resistencia se apaga y conserva la temperatura gracias al material aislante que la compone.
Por este motivo y por el coste que conlleva este tipo de caldera en comparación a la caldera de gas, los calentadores eléctricos suelen ser los más recomendados para pequeños consumos.
¿Una casa de dos o tres miembros? ¿Alguien soltero que vive solo? Siempre eléctrico. Estas calderas además disponen de mantenimiento sencillo. Es decir, que la instalación es perfecta para aquellas casas que estén lejos de una red de gas.
Y si aún no has terminado de decidirte, también te contamos las ventajas del calentador solar. El uso de fuentes de energías renovables para el autoconsumo es hoy una tendencia de mercado responsable y ventajosa.
Hablamos de un sistema que ofrece cero emisiones y contaminaciones, tanto por funcionamiento como por coste de mantenimiento. Se convierte así en el calentador perfecto si quieres asumir una nueva experiencia 100% sostenible.
Al igual que los anteriores, el solar es capaz de calentar el agua convirtiendo la radiación solar en calor de forma directa, sin tener que pasar antes a energía eléctrica. ¿Y cómo funciona?
Aunque se distinga en la estructura de su forma y en sus componentes, el sistema de calentamiento es similar al de las otras calderas. Se divide principalmente en tres partes: el calentador solar, el termotanque y la base.
El calentador solar es la pieza que se encarga de calentar el agua entrante gracias al calor recogido directamente del sol. Una vez calentada por el principio de termosifón, deriva al termotanque, donde se mantiene caliente debido al material aislante que lo rodea.
El agua es capaz de subir hasta el termotanque gracias a que su densidad disminuye con el calor. De esta manera pasa sin ningún tipo de complicación por los tubos de vacío.
Dicho componente actúa como reserva, del cual se proveerá la casa hasta que se agote y se vuelva a reponer. Aunque su capacidad dependa del tipo de proveedor, normalmente es de 200 litros, porque su instalación suele encontrarse en las zonas exteriores de las casas.
¿Dónde instalo entonces el termotanque? Al igual que sucede con las placas solares, lo más adecuado es que estén situados en una zona en la que se asegure las máximas horas de sol y las sombras mínimas.
Las calderas son, sin lugar a duda, uno de los aparatos eléctricos que más han cambiado nuestras vidas. Por ello, su elección es especialmente importante para que se adapte tanto a tus necesidades de consumo como al presupuesto que tengas en mente.
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