Eficiencia energética
¿Qué son los PIA del cuadro eléctrico de todas las casas?
Estas curiosas palancas del cuadro son el timón principal que protege y controla detalladamente toda la instalación eléctrica en los hogares.
Sumergirse en el mundo de la electricidad es hacerlo en un mar infinito de acrónimos, terminología extraña y otros conceptos difíciles de entender. Esto es especialmente notable en el ámbito de la burocracia.
Por eso no sorprende que aún hoy sean todavía muchas las personas que hablen de la tarifa de último recurso como un tipo de tarificación vigente. La realidad, no obstante, es bien distinta. Y no precisamente desde hace poco tiempo.
La conocida como TUR dejó de existir, al menos con ese nombre, el pasado 2014. Desde entonces el papel de esa tarifa lo cumple el Precio Voluntario al Pequeño Consumidor o PVPC. ¿Por qué ese cambio?
Si bien en la práctica fijar el precio de la luz sonaba interesante para proteger a los usuarios más vulnerables, en la ejecución una serie de acontecimientos terminaron truncando su verdadera finalidad.
Puede que todo esto te suene a chino y no sería de extrañar. El sector está rodeado de una actualidad incesante, y este cambio normativo sucedió hace ya más de 7 años. Sigue leyendo y lo entenderás todo.
Más bien habría que decir “qué era la tarifa de último recurso”. Esta fue una tarifa de precio regulado por el Gobierno que se implantó en el año 2009 para hacer frente a la volatilidad del recién liberado mercado energético.
Efectivamente, en ese año el sector se liberalizó y las compañías privadas comenzaron a comercializar luz y gas con los precios que creyesen oportunos. Esto, que de hecho no tenía por qué ser negativo, exponía a los consumidores a demasiado peligro.
¿Qué pasaba si los precios subían demasiado? ¿Cómo harían frente a ellos los más vulnerables? Así nació la TUR, una tarifa que servía de garante para aquellos usuarios que estuvieran en el mercado regulado.
Y así fue. Durante casi cinco años la tarifa de último recurso permitió a millones de personas tener luz en casa sin dejarse sus ahorros. Concretamente a aquellas que tenían contratada una Baja Tensión de menos de 10kW.
Si no querías pasar al nuevo mercado liberalizado aprobado por la Unión Europea, podías dar el salto a la TUR con la seguridad de que no pagarías mucho dinero por la electricidad. El gobierno revisaba trimestralmente el precio y lo iba corrigiendo según necesidades.
Como hemos dicho, la normativa apuntaba directamente hacia el consumidor con una potencia contratada menor a 10kW. Esto, a nivel general, incluía a casi todos los hogares españoles.
Ahora bien, aunque los usuarios que no cumplían con ese requisito también podían aplicar a la TUR, pero, claro, con una penalización. Y es que, la ley decía expresamente que el cliente con una potencia superior a 10kW “tenía la obligación de estar en el mercado regulado”.
Contradecir dicha norma suponía afrontar una penalización del 20% sobre la tarifa regulada. Eso desincentivaba su contratación entre los consumidores que no cumplían con el requisito fundamental de la tarifa.
En cualquier caso, esto era algo anecdótico. Prácticamente todos los hogares de España tenían por defecto la TUR. Si no realizabas ningún trámite se te aplicaba automáticamente esa tarifa, y de ahí que muchas personas ni siquiera conocieran su funcionamiento.
Durante esa época algunas comercializadoras del mercado libre se dedicaban a llamar a los consumidores del mercado regulado ofreciéndoles ofertas suculentas. No pocos aceptaban sin saber que estaban renunciando a la TUR al dar el salto al mercado liberalizado.
Como y hemos dicho, la tarifa de último recurso debía haber funcionado a la perfección sobre la teoría. Sin embargo, durante los años que estuvo en aplicación tuvo que hacer frente a ciertos factores contextuales que la hicieron inviable.
El Gobierno paralizó por decreto los precios regulados de la luz entre el año 2000 y el 2013, para contrarrestar una subida de la luz anual de más del 2%. Esto implicaba ignorar el precio real que ponían las generadoras a la electricidad.
El consumidor ganaba, pero el Estado se endeudaba progresivamente. Así, durante más de una década las empresas estuvieron vendiendo la energía al precio real, y el Gobierno ofrecía uno regulado a los usuarios, afrontando la diferencia con sus propios recursos.
Así se llegó a acumular una deuda de unos 30.000 millones de euros. Eso es a lo que hoy se conoce como “déficit de la tarifa”; un dinero que pagamos todos en la factura de la luz, y que a finales de 2020 todavía sumaba más de 14.000 millones.
En 2014 el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo quiso poner solución al problema. Se retiró la TUR y se sustituyó por el Precio Voluntario al Pequeño Consumidor. Era otra tarifa regulada, pero de forma muy diferente.
El PVPC sigue siendo hoy la única oferta del mercado regulado, sí. Ahora bien, el precio de la energía aquí se revisa cada hora en función de la oferta y la demanda. Igualmente todos aquellos con una potencia inferior a 10 kW pueden contratarla.
Desde el pasado junio de 2021 esta tarifa fue la que quedó regulada por el nuevo sistema de discriminación horaria. Es decir, que todos los usuarios con el PVPC pasaban a tener un peaje de acceso 2.0TD, con las franjas horarias ya conocidas y dos tramos de potencia.
En el mercado sigue existiendo la TUR, pero solo para el gas. La electricidad ahora ha quedado dividida entre el mercado regulado con el PVPC por delante, y el mercado liberalizado con diversas tarifas como atractivo.
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