El precio de la luz nos levanta dolor de cabeza de solo ver que sube, sube y sigue subiendo. Aun así, por si no lo sabías, realmente eso no es lo único que importa en la factura que pagas a final de mes.
Hay diferentes factores que influyen y mucho en lo que nos cobra la empresa encargada de proporcionarnos la energía que consumimos. Estamos hablando de los impuestos.
Por si no lo sabías, suponen alrededor del 30% del importe que pagamos por el recibo de la luz.
Muchas veces intentamos leer el recibo que nos llega por parte de la empresa distribuidora que tenemos contratada y vemos que el gasto en kW es menor que el precio final. Esto ocurre porque ahí no están sumados los gastos de alquiler de contador, impuestos, etc.
Lo que todos buscamos es ahorrar, y para conseguirlo, necesitamos entender la factura a la perfección (o al menos intentarlo). Para ello, aquí te explicaremos los tres conceptos principales que pagamos en la factura de la luz.
El importe fijo que se basa en la potencia que tenemos contratada con la compañía aparece reflejado como “Término de Potencia”
Otro apartado es el importe variable, que, como supondrás, depende del consumo que hagas mensualmente y entra en el “Término de Consumo o Energía”.
Pero ahí no queda todo, a la suma de los importes arriba indicados hay que añadir los impuestos, el alquiler de contadores eléctricos e incluso el servicio de mantenimiento.
Vale, pero ¿qué es cada uno de estos conceptos?
Cuando contratas una tarifa y potencia con tu compañía, además de ofrecerte un precio estimado por kW, siempre existe el precio del coste fijo anual en función de la potencia que tienes contratada.
Este dato puede variar en función de la cantidad de días que dure el periodo de facturación (si la factura viene cada dos meses o uno) pero nunca del consumo que hagas.
La potencia contratada depende de las características de tu instalación eléctrica y del uso de aparatos eléctricos que tengas en tu hogar.
Es muy importante contratar siempre un poco más de la que crees necesaria por si acaso en algún momento conectas varios aparatos a la vez y salta la luz.
Este coste es variable, y depende del consumo eléctrico realizado durante el periodo de tu facturación. Por tanto, este precio es el que realmente ha subido y nos afecta a la hora de pagar a fin de mes.
Para aquellos que tengan contratada una tarifa con discriminación horaria, tendrás facturaciones separadas diferenciando si el consumo ha sido durante un periodo punta o valle.
En algunos casos pueden aparecer dos consumos diferentes con precios distintos, esto se da cuando el periodo de facturación coincide con un cambio de precio, es totalmente normal.
Este es en el apartado que podemos ahorra realmente. Podemos comparar el precio del kWh a lo largo del día y elegir los tramos más baratos para utilizar los electrodomésticos que más consuman.
Hasta aquí todo correcto porque ambas partes son fruto de un consumo y de un servicio ofrecido por parte de una empresa, pero ¿Qué pasa con los impuestos de la luz?
Existen dos impuestos que se aplican al recibo de la luz, uno sobre la electricidad y otro el famoso IVA.
Este forma parte del grupo de impuestos especiales como son el alcohol, el tabaco u otros. Se creó con el fin de garantizar un consumo responsable de aquellos recursos que son limitados y se extraen del medio natural.
El motivo era garantizar una preservación del medioambiente y que se proteja la salud de las personas. En definitiva, recauda el importe correspondiente al antiguo recargo en concepto de “coste específico asignado a la minería del carbón”.
La ley 38/1992 es la encargada de establecer las tasas para que todos aquellos que tengan contratado un suministro de luz, sin importar de si consumen o no energía en su vivienda.
Este impuesto de la luz se aplica sobre el término de consumo y de potencia. En total, es un 5,1% y se obtiene sumando la facturación Término Potencia y Energía y después multiplicándolo por 0,051.
Este lo conocemos todos, es el impuesto que en España constituye el sistema de imposición indirecta y corresponde a una tasa que se calcula sobre todos los productos o servicios.
En el caso de la electricidad es del 21% (más adelante añadiremos un matiz), y se aplica al importe que resulta de sumar el consumo, la potencia contratada, el impuesto de electricidad y más. Por tanto, se aplica al precio total de la factura.
Existen dos excepciones en nuestro país, por una parte, Islas Canarias y por otra Ceuta y Melilla.
En el caso de Islas Canarias, allí pagan el IGIC (Impuesto General Indirecto Canario). La reducción llega al 0% para el consumo eléctrico con potencia menor o igual de 10 kW. Para el resto supone un 3% tanto para el impuesto de electricidad como para el del resto de componentes.
Mientras tanto, en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla se aplica el IPSI (Impuesto sobre la Producción, Servicios e Importación).
Para todos los que vivan allí se gravará a la factura eléctrica con un 1% para los impuestos. Sin embargo, el alquiler de contador y demás servicios es un 4%.
Estos datos son los habituales, pero, como sabrás, actualmente nuestro país y el resto de Europa se encuentra en una crisis energética. Por ello, el Gobierno a través del Real Decreto, ha reducido el impuesto del IVA de la factura de luz se hasta el 5%.
El cambio es temporal, en concreto del 1 de julio hasta el 31 de diciembre de 2022. Para contratos con potencias contratadas que sean menores a 10 kW. También se aplicará cuando el precio del mercado mayorista supere los 45€/MWh (y se cumpla el resto de los requisitos).
Una vez pase este periodo no sabemos que pasará. Por ello, lo mejor para ahorrar en tu factura de la luz es tener contratada una tarifa que ajuste sus precios fijos a tus necesidades.
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